Psicomotricidad educativa o preventiva
La psicomotricidad ocupa un lugar prioritario, sobre todo en la primera infancia, porque existe una gran interdependencia entre los desarrollos motores, afectivos, intelectuales, comunicativos y sociales.
Con la práctica psicomotriz favorecemos el desarrollo integral del niño/a a través del movimiento corporal y del juego libre, que es su forma natural de aprender.
La gran plasticidad y capacidad que tiene el cerebro para absorber como una esponja toda la información de su entorno en las primeras edades nos mueve a favorecer a nuestros hijos un entorno rico en estímulos, ya que todas las experiencias que viva el niño se transformarán en nuevas habilidades y conocimientos, y facilitarán su desarrollo a todos los niveles, tanto motriz como sensorial y comportamental.
La base neurológica que se crea durante la infancia será la encargada de marcar el hilo conductor del futuro desarrollo de nuestros hijo/as. El objetivo de la psicomotricidad como «desarrollo neuromotor» es conseguir una correcta organización neurológica: un problema funcional deriva en un problema educativo. Con las actividades de psicomotricidad ayudamos al Sistema Nervioso a madurar correctamente, a formar y consolidar circuitos neuronales.
El niño, hasta los cinco años, se encuentra en un período evolutivo básicamente perceptivomotor, organiza su mundo a través de sus percepciones subjetivas, siendo su propio cuerpo el canal más fácil para la adquisición del conocimiento. El niño que consigue un adecuado dominio de su cuerpo y sus movimientos se siente más seguro de sí mismo y crece con una autoestima saludable.

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